No hay club en el mundo que haya gastado tanto dinero como el Chelsea en las últimas dos temporadas. Sin embargo, ese nivel de desembolsos, sumado a la falta de buenos resultados, puede traerle serios problemas en los próximos años.
En mayo de 2022 un grupo inversor liderado por Todd Boehly compró el club por 2.500 millones de libras (2.950 millones de euros). Desde ese momento, el Chelsea fue una máquina de adquirir jugadores.
En la temporada 2022-2023 desembolsaron 611 millones de euros, con Enzo Fernández a la cabeza por 107 millones de libras. La transferencia del argentino fue la más cara de la historia de la Premier hasta el momento. Pero al año siguiente volvieron al mercado y batieron su propio récord. Mientras que Moisés Caicedo costó 115 millones de libras, el total invertido en la plantilla alcanzó los 468 millones de euros.
Por lo que, si tomamos los últimos dos años, el Chelsea gastó 1.080 millones de euros en jugadores. El club que más se acerca a ese número es el Paris Saint-Germain con 602 millones. Es decir, un 44% menos.
Está claro que el club también hizo algunas ventas. Havertz yendo al Arsenal le aportó 75 millones y Mason Mount al United otros 64 millones. Pero nada que se le acerque a lo gastado. El saldo negativo da unos 742 millones de euros.
Ahora bien, el verdadero problema del club no reside en el gasto en sí. A priori no hay nada malo en que Todd Boehly quiera despilfarrar dinero en jugadores. La cuestión viene del lado de las reglas de la Premier League y la UEFA con respecto al Fair Play Financiero.
La gran pregunta es: ¿Cómo puede el Chelsea gastar tanto dinero y aún así no infringir el reglamento económico? Esencialmente, lo que están haciendo es jugar con métodos contables y apostar a una gran mejoría en los resultados deportivos de cara a los próximos años.
Pero antes de meternos en eso, vale la pena tener claras las normas a las que debe atenerse el club. Nos centraremos en las de la Premier League dado que el Chelsea actualmente no compite en los torneos europeos.
Según este reglamento, los clubes pueden tener una pérdida operativa de hasta 105 millones de libras en las últimas tres temporadas. Sí es verdad que la Premier excluye ciertos ítems de la cuenta como puede ser la inversión en fútbol femenino, las academias o el estadio. Por lo que, puede ocurrir, como bien lo comunica el Chelsea, que los clubes presenten pérdidas mayores al límite pero luego estén en regla con el Fair Play Financiero.
De todas maneras, más allá de los ajustes correspondientes, el gasto en transferencias claramente se tiene en cuenta para el cálculo. De hecho, diría que es el principal gasto que la regla busca contener. Y allí dijimos que el Chelsea tiene una pérdida de 742 millones. Entonces: ¿Cómo está haciendo para no caer en la falta?
Como les dije antes, están jugando con los métodos contables y apuestan a un salto fuerte en los resultados deportivos. Vayamos con el primer punto, espero no perderlos en el camino. Verán, en términos contables para el club, el jugador es un activo. Y el gasto de la transferencia es el costo para adquirir ese activo.
Ahora bien, cuando una empresa, en este caso un club de fútbol, adquiere un activo, esparce el costo de la compra a lo largo de toda la vida útil del mismo. Tomemos una fábrica como ejemplo. Si gasta 1 millón de euros en una máquina que le servirá por 10 años, computará 100.000 dólares de costo cada año durante los próximos 10 años bajo lo que se conoce como “depreciación” o “amortización”. Al finalizar el proceso se habrá registrado la totalidad de la máquina.
En el caso de un jugador, el costo total es el valor de la transferencia y la vida útil es la extensión del contrato. De esta manera, si la transferencia fue por 10 millones y se firmó un contrato a 5 años, el club registrará 2 millones cada año.
Y lo que todos están pensando en este punto es “¿de qué me sirve esto para entender lo del Chelsea?” Esencialmente, lo que el club está haciendo es firmar contratos increíblemente largos para que cada año se registre un monto bajo de esa transacción. Enzo Fernández, por ejemplo, firmó por 8 años y medio. Por lo que, del total de 107 millones de libras, contablemente se registrarán alrededor de 12 millones cada año. Y lo hizo con la mayoría de sus jugadores.
De esa manera, si bien se gastó una fortuna y el dinero ya no está en la institución, contablemente esparció el costo en muchos años, permitiéndole bajar el número final computado para las reglas financieras.
De manera inversa, los jugadores que el club vende representan la salida de un activo y aumentan los ingresos de la institución. Lo interesante es que, a diferencia de las compras, donde el costo se esparce en lo que dure el contrato, las ventas se computan al 100% en la temporada en la que se realizó (quitando lo amortizado hasta el momento). Por lo que, la salida de Havertz y Mount le aportaron un margen importante al club.
Ahora bien, quizás se hayan dado cuenta que este esquema no es sostenible en el tiempo. Porque mientras que cada compra implica un costo que estará presente durante varios años, las ventas son algo de una única vez. Necesitarías vender muy bien todas las temporadas sólo para mantener los costos de jugadores que ya trajiste a la institución.
Esta situación, planteada así, pareciera indicar que el Chelsea está cavando su propia tumba. Ciertamente es increíblemente riesgosa. Pero, para que funcione, tiene que entrar en juego la segunda variable que les comenté anteriormente: mejorar los resultados deportivos.
Esencialmente, las reglas del Fair Play están hechas para que, si querés gastar más, tenés que ganar más. Y un club de fútbol gana más dinero mejorando sus resultados dentro del campo de juego.
Para el Chelsea, la clave está en la Premier League. En primer lugar porque una posición más alta representa quedarse con un monto más elevado de los derechos televisivos. Pero más importante aún es la clasificación a las competencias europeas. No participar de los campeonatos UEFA implica una pérdida económica increíble. La Champions League otorga entre 40 y 120 millones de euros por los derechos televisivos. Y a eso hay que añadirle la venta de entradas que se generen por los partidos de local extra y la activación de cláusulas por resultado que tengan con los sponsors.
Teniendo en cuenta que el Chelsea hoy genera unas 512 millones de libras, mejorar en la Premier y clasificar en la Champions podría significar entre un 10 a 25% más de facturación. Y eso sí que destrabará margen para seguir contratando jugadores.
Visto el nivel de gasto que tuvo en las últimas temporadas y cómo comprometió los años futuros a partir de esas inversiones, diría que, ahora más que nunca el Chelsea debe comenzar a ganar partidos.
¡Nos vemos la próxima semana!
Santiago.